lunes, 14 de abril de 2008

Habermas y el derecho internacional


Siempre es difícil calcular el peso de las palabras. Algunas surten efecto; otras parecen vaciadas de sentido. Según quién las pronuncie, cobran significado, aunque no es privilegio de una persona que esto ocurra, sino más bien resultado de una ecuación comunicativa. Pero, en tanto seres de lenguaje, estas pequeñas unidades lingüísticas siguen rigiendo nuestro mundo, y por más pragmatismo que se alcance siempre estarán presentes, ya sea en un fructífero intercambio o en imposiciones aberrantes. De allí la importancia del pensamiento de Jürgen Habermas, último enfant terrible de la escuela de Frankfurt y crítico del marxismo, que busca comprender la relación entre intelectualidad y política, praxis y comunicación, ética y sociedad. En su libro fundamental, Teoría de la acción comunicativa, la racionalidad (tan invocada en estos días) apunta a que la pretensión de verdad es una apariencia y resulta más bien de una convención. De allí la necesidad de discernir los modos de comunicación, no en término de operación mediática ni manipulación propagandística, sino al relacionar entendimiento y subjetividad. Y el lenguaje debe asumir la función del entendimiento, más allá de las acciones concretas en la toma de decisiones. Habermas apeló a la lingüística para comprender la naturaleza de los puentes que enlazan las palabras, para alcanzar una teoría global de la sociedad. Pero sus ideas provienen de distintas disciplinas. Comenzó estudiando física, topografía, economía y literatura inglesa. Estos caminos lo llevaron a establecer el “discurso filosófico de la modernidad” (título de uno de sus libros), y a despuntar el horizonte de la política mundial. En 2001, obtuvo el Premio de la Paz que conceden los libreros alemanes y dos años después recibió el premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales.

En tiempos en que la batalla ideológica se sostiene en la acción comunicativa, Habermas es casi bibliografía obligatoria. Katz Editores acaba de publicar en la colección Dixit dos breves ponencias del pensador alemán: El derecho internacional en la transición hacia un escenario posnacional, y la segunda, escrita en colaboración con Jacques Derrida, Europa: en defensa de una política exterior común. En ambos textos se considera la necesidad de conciliar política y bien común, dado que “una política creativa implica necesariamente una voluntad común”. Si bien sus palabras se centran en la problemática europea, pueden trasladarse con facilidad a otros ámbitos. Su idea de que la visión de una Europa atractiva e incluso contagiosa no caerá del cielo y de que sólo puede nacer de “la inquietante sensación de desorientación” adquiere correlatos inmediatos. La desorientación es un estado actual muy frecuente y sus antídotos pueden llegar a ser tan peligrosos como necesarios. Según Habermas, la única salida para evitar “el unilateralismo de un poder hegemónico” es la idea de que los europeos dependen de sí mismos. “Si hasta ahora este tema no ha llegado ni siquiera a ser incluido en el programa político, es un fracaso de los intelectuales.” Fracaso de los políticos, fracaso de los intelectuales… Más que la cotización del euro o el dólar, lo que inquieta es la devaluación del peso de las palabras.

Silvia Hopenhayn

(C) La Nación, Buenos Aires.

2 comentarios:

nikkita dijo...

hola me gustarìa que me informaras con precisiòn en què libros de Habermas refiere el problema del lenguaje del derecho. gracias.

nikkita dijo...

muy buen blog